Ácido clorhídrico, alcohol etílico, cianuro, sosa cáustica en escamas… son algunos de los ingredientes.
Reactores, condensadores, tinas, vertederos, plantas de luz y tanques de gas… forman parte de la cocina.
Una receta, un grupo de cocineros dispuestos a vivir en una casa de campaña, trabajar en un escondite de tierra con olor a amoniaco y temperaturas superiores a los 40 grados… y ‘voilà’: 1.5 toneladas de metanfetaminas listas para inundar el mercado de México y Estados Unidos.
Se trata de otro narcolaboratorio de Los Chapitos, enclavado en algún punto de la zona rural de Culiacán, en la sindicatura de Sanalona, a escasos dos kilómetros de la hidroeléctrica del mismo nombre, el cual este fin de semana fue localizado, neutralizado y desmantelado por la Secretaría de Marina Armada de México.
La presa Sanalona es el punto de partida para ubicar este centro de producción clandestino. Desde este sitio se deben portar un casco y un pesado chaleco antibalas. Las camionetas de la Armada se adentran en un sinuoso camino de terracería, mientras dos Texan T-6C, de la Fuerza Aeronaval, realizan patrullajes aéreos.
Un canal de riego señala el camino al lugar, las cactáceas amarillentas, carcomidas ya por los químicos y un intenso olor a barniz de uñas indican que el laboratorio puede estar cerca. Para encontrarlo, según explica personal de la Unidad de Operaciones Especiales, la clave está en seguir la ruta del agua.
“Estos laboratorios, para poder producir, necesitan una cantidad suficiente de agua. Nosotros vemos en el mapa y analizamos. Observamos las afluentes de agua y le damos seguimiento a esas afluentes, por medio del olor y las características de la vegetación es que damos con este lugar”, narró a uno de los elementos navales que logró detectar esta fábrica de cristal.
Cuando encontraron esta cocina de dos mil 500 metros cuadrados, la base social de esta localidad de 900 habitantes logró alertar a los cocineros, quienes escaparon, dejando en el lugar alimentos, ropa, vehículos… y los más de 50 costales de droga que estaba lista su venta, en hasta 20 mil dólares por kilo.
El olor a éter cada vez es más penetrante, lo que impide respirar con tranquilidad. Una vez dentro del narco campamento, se debe portar una mascarilla, anteojos y un pijama de polietileno blanco para impedir el contacto de las sustancias con la piel, ya que los efectos podrían ser mortales.
Las bodegas se encuentran a la intemperie, tambos de plástico o de aluminio almacenan las bases y los solventes; tolueno, acetona, éter, cianuro y decenas de sustancias más.
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