Avanza la desaparición de los pueblos indígenas en Chihuahua; de 30 pueblos originarios que había en tiempos de la conquista, hoy quedan sólo cuatro; «Tarahumaras», que habitan en Guachochi, principalmente; «Tepehuanos del norte», que radican en Guadalupe y Calvo; la población de «Guarijíos», que vive en Uruachi y los «Pimas» que habitan en Madera.
Según los datos del Censo de Población realizado en 2020, en Chihuahua habitan cerca de 130 mil indígenas, de los cuales 86 mil 033 personas son de origen ralámuli y cuentan con más de tres años de edad.
Según los datos emitidos por el departamento de Comunicación Social de la Oficina de Representación del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) en Chihuahua, en el idioma ralámuli, se tienen identificadas cinco variantes lingüísticas: tarahumara norte, tarahumara centro, sur, oeste y la variante barrancas (de la región de Samachique).
Se recuerda que únicamente cuatro son originarios de Chihuahua, es decir, que ya estaban habitando este territorio desde antes de la colonización española en México, por lo que al margen de los tarahumaras, tepehuanos, guarijíos y pimas; al resto se les considera pueblos indígenas residentes. Lo anterior es un tema de preocupación mundial, debido a que se calcula que hay cerca de siete mil idiomas, de los cuales, el 40 por ciento se encuentra en peligro de dejar de existir en los próximos 20 años, hecho que parte de la desaparición de los pueblos indígenas.
En Chihuahua, más de 20 pueblos originarios han desaparecido a lo largo de la historia; de 30 pueblos que había, únicamente cuatro continúan teniendo importancia cultural y participación económica en la entidad, mediante la proyección de su cultura y costumbres. México cuenta con 68 lenguas indígenas y más de 350 variantes, muchas de ellas en riesgo de desaparecer, por lo que es importante que se promocionen las mismas para ampliar el número de hablantes.
Ayer se conmemoró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, por lo que se realizaron diferentes eventos como conversatorios, exposiciones artísticas y otras actividades para fomentar la preservación de las lenguas originarias.
Tarahumaras
Los tarahumaras, quienes se llaman a sí mismos rarámuri o ralámuli, proceden de grupos nómadas migrantes hacia el sur que se dispersaron en la región noroeste, quienes se fueron dispersando en valles propios para la agricultura. En este sitio, el primer contacto con los conquistadores fue en el año 1603, con el padre jesuita Joan Font. Los grupos existentes en ese momento eran tarahumaras, chínipas, guarijíos y guazapares, pero los misioneros identificaron a todos como tarahumaras.
Como en otras regiones, a su llegada, los jesuitas impusieron una política de reducción de los asentamientos dispersos indígenas a los pueblos de misión, con fines de catequización y concentración de mano de obra para las minas y haciendas agrícolas, pero que tuvo poco éxito. En el siglo XVII el resultado fueron numerosos levantamientos; junto con los pimas, los tarahumaras quemaron más de 20 misiones jeusitas.
Desde el siglo XVIII y hasta la fecha, los rarámuri mantuvieron una resistencia pasiva en la que algunos se sujetaron aparentemente a las formas religiosas y de organización impuestas por los misioneros y otros se alejaron a lugares retirados de la sierra, en donde mantuvieron parte de sus tradiciones, adoptando algunos elementos de la cultura occidental.
Pimas
Los pimas se nombran a sí mismos «o´ob», que significa «la gente, el pueblo». Con el término pima se designa a un conjunto muy variado de sociedades indígenas, como los pimas del desierto, los pimas de la sierra, o los pimas gileños. Esta monografía se refiere a los pimas bajos, quienes ocupan la zona serrana.
A este grupo étnico se le designa como la rama serrana de los pimas bajos, habitan en una área que comprende parte de los municipios de Moris, Ocampo, Madera y Temósachic en Chihuahua y porciones de los de Sahuaripa, Arivechi, Rosario, Onavas y casi todo Yécora, en Sonora. En la época en que se dieron los primeros contactos con los españoles, las tribus del centro de Sonora tenían gran movilidad territorial.
Estos pimas migrantes aceptaron pronto las enseñanzas de los jesuitas, que arribaron a Bamoa en 1519. Entre 1622 y 1634 los jesuitas establecieron iglesias en Onavas, Movas, Nuri y Tónichi. Durante el siglo XVII se suscitaron varios enfrentamientos entre pimas y españoles que frenaron la acción evangelizadora de los jesuitas, quienes habían establecido misiones en Yécora y Maycoba en 1670.
Guarijío
Se autodenominan guarijós (warihó) en Chihuahua. Su idioma pertenece a la familia lingüística yuto-nahua, de esta lengua se reconocen dos variantes que representan un vínculo entre el tarahumara y el mayo, guarijío o guarijó significa «gente» o «las personas que hablan la guarijía».
Habitan una región accidentada en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, en los límites estatales de Chihuahua y Sonora. Se estima que el territorio donde habitan los guarijíos es el mismo que ocupaban a la llegada de los españoles, abarca los municipios de Uruachi, Chínipas y Moris en Chihuahua, y de Álamos, Quiriego y Rosario en el estado de Sonora.
Son descendientes de las bandas que procedían del suroeste de lo que actualmente son los Estados Unidos y que se establecieron al noroeste de México, en la zona conocida como Baja Tarahumara, del ahora estado de Chihuahua, donde vivían de la caza y la recolección.
Tepehuanos del norte
Poco antes de la conquista española, la nación ódami o tepehuanos del norte, era la más extendida territorialmente hablando, en lo que hoy es el norte del país. El proceso de colonización española del territorio ódami estuvo estrechamente relacionado con la búsqueda de minas y el consecuente establecimiento de pueblos españoles y mestizos alrededor del complejo minero, habitan principalmente en Guadalupe y Calvo, Morelos, Guachochi y otras localidades de la región serrana al suroeste del estado de Chihuahua.
Sus principales líderes fueron ahorcados y la población tepehuana reducida a las misiones. En las primeras décadas del siglo XX, la minería comenzó a decaer y tres hechos marcaron significativamente la historia de esta población indígena; la explotación forestal, la dotación de tierras en forma de ejidos, muchos de ellos forestales y por último, el notable incremento de la población mestiza, que aumentó en sitios antes habitados única o mayoritariamente por indígenas.
La explotación forestal se convirtió en la actividad fundamental de esta región. A partir de la segunda década del siglo XX, se constituyeron ejidos forestales en la mayor parte del territorio serrano.
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