noviembre 24, 2024

Miroslava Breach, Chínipas y la narcopolítica

Chínipas es el pueblo en que nació la periodista Miroslava Breach. Es también la tierra del grupo criminal de los Salazar. En ese municipio fue alcalde, entre 2013 y 2016, el panista Hugo Amed Shultz, facilitador del asesinato de la corresponsal de La Jornada.

Chínipas es un pequeño poblado centenario fundado en 1626 por sacerdotes jesuitas para evangelizar a los indígenas. Está enclavado entre barrancas, en la Sierra Madre Occidental, en el suroeste del estado de Chihuahua, muy cerca de Sonora y Sinaloa.

Miroslava fue la tercera de seis hermanos. Sus padres, María y Jacobo, eran un matrimonio tradicional, con solvencia económica, muy respetado en el pueblo. Eran dueños de un almacén que vendía toda clase de mercancías, desde zapatos hasta dulces. Se dedicaban también al negocio de ganado.

Don Jacobo murió cuando Miros tenía apenas ocho años de edad. Su madre, para proteger a los pequeños –contó Rosa María, la hermana mayor, en un homenaje que se hizo a la corresponsal y a Javier Valdez en La Jornada– les ocultó la tragedia. A pesar de su corta edad, la futura periodista desconfió de la versión materna y la cuestionó insistentemente sobre el porqué de la ausencia de su padre. Doña María no tuvo más remedio que decirle la verdad.

Miros ayudaba a Rosa María a cuidar de sus hermanos, mientras su mamá trabajaba para sacar adelante la familia. Confiada, doña María dio a sus cuñados poder en todos su bienes. Abusivos, dejaron a la viuda y a los huérfanos sin nada.

Sin futuro en Chínipas, la familia Breach Valducea se mudó a Navojoa, Sonora, donde levantaron una vivienda de un cuarto de cartón con un techo de lámina. Dedicada y estudiosa, Miroslava fue invariablemente la primera de su clase, siempre en escuelas públicas.

En ese tiempo –según Rosa María– “la apasionó mucho el socialismo, la revolución rusa y la vida de Vladimir Lenin. Fueron temas que llevaba a la casa. Mi madre, toda asustada, decía: ‘no es posible que la Miritos esté leyendo esos libros, se está haciendo muy rebelde’”. Para tranquilizar a su mamá, le compraba a su hermana novelas de Corín Tellado.

Criada en la cultura del esfuerzo y la solidaridad, Miros estudió ciencias políticas en la Universidad Autónoma de Baja California Sur, a pesar de que su opción original era la biología marina. Comenzó a hacer periodismo en el semanario Concepto, en La Paz, y posteriormente en el semanario La Opinión, en Los Cabos, Baja California Sur. En 1995, a los 34 años, regresó a Chihuahua, con su hija Andrea. Trabajó en El Heraldo de Chihuahua. Aprendió a reportear en las calles. En 1997 se hizo cargo de la corresponsalía de La Jornada.

Nunca olvidó a su pueblo natal. En sus escritos, Miroslava radiografió la imbricada telaraña tejida entre el mundo de la política, los negocios y la economía criminal. En marzo de 2016, publicó en este diario un reportaje en el que documentó cómo dos grupos criminales impusieron candidatos a alcaldes en la sierra. Uno era Juan Salazar Ochoa, sobrino del líder de la banda de los Salazar, que buscaba ser edil por Chínipas, en sustitución de Hugo Amed Shultz. En agosto de ese año, informó sobre el desplazamiento forzado, por obra del cártel, de decenas de familias en ese municipio.

Los Salazar son una banda originaria de Chínipas, asentado también en Navojoa, productor y distribuidor de mariguana, encabezado, hasta su detención en 2011, por Adán Salazar Zamorano y sus hijos, Jesús Alfredo y Adán, ligados al  rtel de Sinaloa. Controlan parte de la ruta del narcotráfico y del paso de migrantes a Estados Unidos. La banda ha sido señalada como la responsable del asesinato de Miroslava. El Larry, uno de sus integrantes, fue sentenciado por este crimen a 50 años de prisión en agosto pasado.

Pero el homicidio de la periodista no fue obra sólo del crimen organizado. Incluye una trama política que da cobertura a las actividades mafiosas. Aunque ya lo era, esto resultó aún más evidente el pasado 17 de diciembre, con el arresto de Hugo Amed Schultz, por la Fiscalía General de la República. El panista está acusado de auxiliar a los autores materiales e intelectual del crimen de Miroslava.

Amed declaró a la Fiscalía de Chihuahua que facilitó a la gente de los Salazar las grabaciones de una conversación telefónica con la corresponsal de La Jornada, que, sin consentimiento de la periodista realizó el vocero del PAN y actual asesor de los diputados blanquiazules, Alfredo Piñera. Breach señaló a Shultz como mensajero de los Salazar. Él le dijo que “no volviera a pisar la sierra”.

Hasta noviembre de 2017, Amed fue encargado de la ejecución de programas educativos en la sierra de Chihuahua en el gobierno de Corral Jurado. Tuvo el apoyo del ex secretario general del PAN, José Alberto Luévano Rodríguez, primer secretario particular del gobernador, quien fue, también, director del Instituto Chihuahuense de Infraestructura Educativa.

Según su hermana Rosa María, Miroslava “nunca perdió el idealismo de la juventud. Creía firmemente en su contribución para hacer de este mundo algo más justo para el débil y el necesitado. Nunca perdió su sencillez al compartir con las personas de las comunidades, luchar por sus derechos y proclamar su indignación ante la indiferencia de las autoridades estatales y federales”. En su homicidio siguen faltando verdad y justicia.